miércoles, 19 de mayo de 2010

Presentación del libro "LABIOS DEL TIEMPO" de Soledad Caballero y Vicente Prada en ALCALÁ DE HENARES

Tengo el placer de invitarte a la presentación del libro
"LABIOS DEL TIEMPO"
de Soledad Caballero y Vicente Prada.
Jueves 20 de Mayo a las 19:00 horas
Sala Gerardo Diego (Pza de San Julían nº 1 - Alcalá de Henares-)

Recital poético-musical en homenaje a León Felipe. VIERNES 21 DE MAYO DE 2010. En el Café Figueroa (Madrid) . A las 21.00h. ENTRADA LIBRE


domingo, 2 de mayo de 2010

1º de Mayo - DÍA DEL TRABAJO-


EN UNA SOCIEDAD JUSTA, EL TRABAJO ES UN DON.

1

Y éste es el verso donde intentaré
dejaros la enseñanza más necesaria:
En una sociedad justa, el trabajo es un don:
una alegría, un bien, humano propiamente,
con el cual se puede modificar lo natural,
la vida, los enjambres de sueños, el sol.

Con el trabajo
el hombre pudo volar sin alas,
navegar por los mares, sin conocer el mar.

Del árbol
estupefacto de sorpresa ante el hombre,
pudo el trabajo arrancar una silla
y, de la piedra, las señales
que forjan el porvenir del hombre,
su casa,
sus monumentos,
su propia lápida.

2

Quiero que siempre llevéis a vuestro lado
la gubia, la garlopa, el martillo, la hoz,
esas frases que servirán hasta el final,
para limar las asperezas de la muerte.

Y, si alguien os preguntara para qué tanto,
para qué tanta pasión puesta en el trabajo,
vosotros responderéis, con celeridad:
Para nada, trabajamos para vivir la vida,
trabajamos
para que en el humano mundo
haya señas de que nosotros estuvimos,
creando y trabajando,
tal vez, en este mundo,
que hicimos un trabajo para vivir,
para amar,
para congelar la propia mirada de la muerte,
hicimos un trabajo y escribimos un verso.

Miguel Oscar Menassa - Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010-


CANTO A LA FUERZA SINDICAL (Fragmento)

I

COMPAÑEROS de lucha: este canto a vuestra fuerza sindical
[lo principio
convocando desde lo más rojo intenso de mi sangre a la
muerte,
porque jamás seréis los constructores obreros de la vida
si ignoráis cómo trabajan los profundos mecanismos de la muerte.
Así comienzo este canto a vuestra fuerza sindical: desde
[abajo
cual si enterrase los oscuros cimientos de una casa,
para inducirla después con lentitud hacia la altura de
[hermosos cuerpos
cargados como todas las densas formas, de potencias eléctricas.

Otros hombres más universales dirían este canto
con el nombre del sol como insignia en sus bocas, del sol
[inagotable
que satura intensamente gusanos cosmogónicos
y enardece la rebelión de las panteras.

Mas yo, inmenso y brutal conocedor de sombras
[demoníacas,
afiánzome al hosco polvo con tenacidad de nervios
y lanzo este himno como ardiente flor de pólvora
que desde el piso asciende al vértigo de tempestades térmicas.

Germán Pardo García

TRABAJAR CANSA

Los dos tendidos sobre la hierba, vestidos, se miran a la cara
entre los tallos delgados: la mujer le muerde los cabellos
y después muerde la hierba. Entre la hierba, sonríe turbada.
Coge el hombre su mano delgada y la muerde
y se apoya en su cuerpo. Ella le echa, haciéndole dar tumbos.
La mitad de aquel prado queda, así, enmarañada.
La muchacha, sentada, se acicala el peinado
y no mira al compañero, tendido, con los ojos abiertos.


Los dos, ante una mesita, se miran a la cara
por la tarde y los transeúntes no cesan de pasar.
De vez en cuando, les distrae un color más alegre.
De vez en cuando, él piensa en el inútil día
de descanso, dilapidado en acosar a esa mujer
que es feliz al estar a su vera y mirarle a los ojos.
Si con su pie le toca la pierna, bien sabe
que mutuamente se envían miradas de sorpresa
y una sonrisa, y que la mujer es feliz. Otras mujeres que pasan
no le miran el rostro, pero esta noche por lo menos
se desnudarán por un hombre. O es que acaso las mujeres
sólo aman a quien malgasta su tiempo por nada.


Se han perseguido todo el día y la mujer tiene aún las mejillas
enrojecidas por el sol. En su corazón le guarda gratitud.
Ella recuerda un besazo rabioso intercambiado en un bosque,
interrumpido por un rumor de pasos, y que todavía le quema.
Estrecha consigo el verde ramillete -recogido de la roca
de una cueva- de hermoso adianto y envuelve al compañero
con una mirada embelesada. Él mira fijamente la maraña
de tallos negruzcos entre el verde tembloroso
y vuelve a asaltarle el deseo de otra maraña
-presentida en el regazo del vestido claro-
y la mujer no lo advierte. Ni siquiera la violencia
le sirve, porque la muchacha, que le ama, contiene
cada asalto con un beso y le coge las manos.


Pero esta noche, una vez la haya dejado, sabe dónde irá:
volverá a casa, atolondrado y derrengado,
pero saboreará por lo menos en el cuerpo saciado
la dulzura del sueño sobre el lecho desierto.
Solamente -y ésta será su venganza- se imaginará
que aquel cuerpo de mujer que hará suyo
será, lujurioso y sin pudor alguno, el de ella.

Cesare Pavesse



POEMAS DE LA OFICINA

SUELDO

AQUELLA ESPERANZA QUE cabía en un dedal,
aquella alta vereda junto al barro,
aquel ir y venir del sueño,
aquel horóscopo de un larguísimo viaje
y el larguísimo viaje con adioses y gente
y países de nieve y corazones
donde cada kilómetro es un cielo distinto,
aquella confianza desde nos cuándo,
aquel juramento hasta nos dónde,
aquella cruzado hacia nos qué,
ese aquel que uno hubiera podido ser
con otro ritmo y alguna lotería,
en fin, para decirlo de una vez por todas,
aquella esperanza que cabía en un dedal
evidentemente no cabe en este sobre
con sucios papeles de tantas manos sucias
que me pagan, el lógico, en cada veintinueve
por tener los libros rubricados al día
y dejar que la vida transcurra,
gotee simplemente
como un aceite rancio.

ELLOS

ELLOS SABEN SI soy o si no soy,
ellos abren la puerta y dicen: «Pase»,
miran y relativamente son felices,
endosan el destino como un cheque
y eructan, aquíescentes, sin provocar a nadie.

Ellos saben si soy o si no soy,
por detrás de los dientes dicen: «Hola»,
hablan y relativamente son ingenuos
y sencillos y escupen y recelan
y traspiran a veces en dos dedos de frente.

Ellos saben si soy o si no soy,
ellos cierran la mano y dicen: «Pero»
viven y relativamente son milagros
y sueldo y providencia y mal aliento
y gastan por docenas los pañuelos sin lágrimas.

Ellos saben si soy o si no soy,
ellos miran al cielo y dicen «¿Cuánto?»,
pasan y relativamente son nombrados,
pero yo, como ellos me instruyeron,
no digo ni caramba ni ahí te pudras.

EL NUEVO

VIENE CONTENTO
el nuevo
la sonrisa juntándole los labios
el lápizfaber virgen y agresivo
el duro traje azul
de los domingos

Decente
un muchachito.
Cada vez que se sienta
piensa en las rodilleras
murmura sí señor
se olvida
de sí mismo.
Agacha la cabeza
escribe sin borrones
escribe escribe
hasta
las siete menos cinco.
Sólo entonces
suspira
y es un lindo suspiro
de modorra feliz
de cansancio tranquilo.

Claro
uno ya lo sabe
se agacha demasiado
dentro de veinte años
quizá
de veinticinco
no podrá enderezarse
ni será
el mismo
tendrá unos pantalones
mugrientos y cilíndricos
y un dolor en la espalda
siempre en su sitio.
No dirá
sí señor
dirá viejo podrido
rezará palabrotas
despacito
y dos veces al año
pensará
convencido
sin creer su nostalgia
ni culpar al destino
que todo
todo ha sido
demasiado
sencillo.

VERANO

VOY A CERRAR la tarde
se acabó
no trabajo
tiene la culpa el cielo
que urge como un río
tiene la culpa el aire
que está ansioso y no cambia
se acabó
no trabajo
tengo los dedos blandos
la cabeza remota
tengo los ojos llenos
de sueños
yo que sé
veo sólo paredes
se acabó
no trabajo
paredes con reproches
con órdenes
con rabia
pobrecitas paredes
con un solo almanaque
se acabó
no trabajo
que gira lentamente
dieciséis de diciembre.

Iba a cerrar la tarde
pero suena el teléfono
sí señor enseguida
comonó cuandoquiera.

Mario Benedetti

sábado, 24 de abril de 2010

SÁBADO 24 DE ABRIL DE 2010. Proyección en el Festival de Cortometrajes de Camarma de Esteruelas de "El Hortelano"


SÁBADO 24 DE ABRIL DE 2010.
Proyección en el Festival de Cortometrajes de Camarma de Esteruelas de
"El Hortelano",
dirigido por Miguel Menassa -candidato al Premio Nobel de Literatura 2010- . ENTRADA LIBRE

martes, 6 de abril de 2010

ESPERANDO PALABRAS


Hay palabras que se esconden
entre la carne de los cuerpos.
Palabras que buscan entre las horas arrebatadas,
historias inventadas en el revés de una madrugada.

Hay palabras, que se abren a orillas del horizonte
trazando salvajes azules,
clamando un atreverse a morir,
en el vuelo vertiginoso de una mariposa.

Hay palabras que se escriben
entre mujer y la comisura de unos labios
tejidos con el temblor de la tierra.


Soledad Caballero Castro
*Cuadro: EL baile. Botero

sábado, 27 de marzo de 2010

Presentación del libro LABIOS DEL TIEMPO de SOLEDAD CABALLERO y VICENTE PRADA en Viladecans

De izda a dcha: Micaela Serrano, Noemí Trujillo, Lorenzo Silva, Vicente Prada, Soledad Caballero

Lectura de la presentación de Lorenzo Silva (a la Izda de la mesa)

Momentos de la lectura

Público asistente a la presentación en la Biblioteca de Viladecans




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