viernes, 1 de enero de 2010

QUIERE Y NO QUIERE SU COLOR MI PECHO


Crujen los huesos,
entre los colores impregnados con el aroma
de las raíces que aún palpitan
con el tibio sollozo del horizonte quebrado.

La penumbra es apenas una voz de preciso eco,
que herida de calendario opaco,
penetra en el camino de la muerte,
voluptuosa,
tendida en la brisa de una mirada imprecisa,
latiendo en la garganta del canto azul,
precipitándose en cada paso.

Reposa el alma en las horas arrebatadas al Otoño.

La palabra imprecisa de memoria
se rinde en la tormenta del porvenir,
dejándose llevar por un vértigo de lágrimas
que trémulas,
cautivan la angustia en la tarde roja.



Soledad Caballero Castro
*Cuadro: La síbila de los elfos. Miguel Ángel

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